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JESÚS NEIRA

Los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia de que el presidente del Consejo Asesor del Observatorio Regional contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid, Jesús Neira, fue detenido en días pasados por la Guardia Civil y le han acusado de un delito contra la seguridad vial, por conducir un vehículo a motor en estado de ebriedad.

Según el relato de los hechos, el pasado miércoles el Sr. Neira circulaba por la M-30 conduciendo un vehículo turismo dando bandazos, llegando incluso a colisionar levemente contra un camión. Estos hechos fueron observados por un inspector del Cuerpo Nacional de Policía, que se encontraba fuera de servicio, quién decidió detener el vehículo y, tras comprobar el estado del conductor, dio aviso a la Guardia Civil.

La Guardia Civil sometió a este señor a las preceptivas pruebas de alcoholemia que, según las informaciones publicadas, arrojaron resultado positivo de 0,87 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, es decir, el Sr. Neira conducía con una tasa de alcoholemia triplicando ámpliamente la tasa máxima permitida (0,25 miligramos por litro de aire espirado). El Sr. Neira fue detenido e imputado por un delito contra la seguridad vial. Posteriormente fue puesto en libertad y fue citado para que comparezca ante el Juzgado de Guardia para la celebración del correspondiente juicio.

Este profesor universitario se hizo famoso hace algo más de dos años cuando fue agredido por Antonio Puerta, al que recriminó por maltratar a una mujer, hecho que siempre ha sido negado tanto por el maltratador, como por la supuesta víctima. Las lesiones que sufrió en aquél suceso le postraron en una cama de hospital. Después de recibir numerosos reconocimientos y distinciones y de participar como tertuliano en diversos medios de comunicación, el Sr. Neira fue nombrado presidente del Observatorio Regional Contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid.

Hoy este señor ha intervenido telefónicamente en un programa de televisión para explicar los hechos y para justificar su participación en ellos. Programa en el que, por cierto, el Sr. Neira también había participado como colaborador. Entre otras cosas, el Sr. Neira, ha reconocido que efectivamente había pasado una velada con unos amigos, entre ellos un Comisario de Policía, y que había ingerido una cerveza y posteriormente le habían dado a probar un licor de café, que, por cierto, no le había gustado.

Igualmente reconoció que fue detenido por un policía cuando circulaba por la M-40 y que en ese momento se asustó y luego se alegró de haber sido detenido. Trató de justificar su comportamiento alegando que desde que sufrió la agresión se encuentra en tratamiento y tomando un medicamento que es el que le ha provocado su estado y ha influido en su forma de conducir.

Es cierto que determinados medicamentos pueden influir en la capacidad física, pueden mermar los reflejos y la capacidad de respuesta ante determinados estímulos y puede potenciar los efectos del alcohol en el organismo. Así es, algunos medicamentos pueden actuar como potenciadores del alcohol, pero ningún medicamento tiene efecto multiplicador de la tasa de alcohol.  Es decir, la tasa de alcoholemia, es una medida objetiva del contenido alcohólico, en este caso, en aire espirado y la cantidad de alcohol solo aumenta si se añade nuevo contenido alcohólico, por lo que lo alegado por este señor resulta una muy débil justificación. En cualquier caso, quien está sometido a tratamiento con medicamentos, especialmente si se tiene en cuenta que no se trata de un “indocumentado”, es consciente de que en ningún caso se debe mezclar alcohol con ningún tipo de drogas o medicamentos.

Sorprende que a un señor, por el hecho de ser famoso o conocido, se le dé la oportunidad de justificar un comportamiento que carece de cualquier justificación y que merece el castigo que las leyes contemplan, pero es aún más sorprendente el tratamiento que los colaboradores del programa han dado a los hechos,  la suavidad y la comprensión que han tenido con este señor y más aún que hayan tratado de desviar el núcleo central de la noticia hacia el hecho de que estos acontecimientos hayan sido gravados o fotografiados por algún periodista que casualmente se encontraba presente.

El Sr. Neira, en un alarde de descaro, secundado por algún que otro colaborador, incluso se ha permitido el lujo de acusar a la Guardia Civil de haber dado aviso a los medios de comunicación para que estuvieran presentes y pudieran dejar constancia de los hechos.

Todo esto me recuerda las disparatadas explicaciones que suelen dar algunos conductores que han sido sorprendidos conduciendo bajo el efecto de bebidas alcohólicas y los inútiles remedios que algunos ponen en práctica para rebajar la tasa cuando van a ser sometidos a la prueba. Hay de todo en la viña del señor.


CARTA ABIERTA A UN MOTORISTA DE LA GUARDIA CIVIL DE TRÁFICO

Del correo electrónico:

Carta abierta a un motorista de la Guardia Civil de Tráfico.

Siempre he sido ferviente admirador de la Guardia Civil Siempre he creído en su labor abnegada y solidaria en esas carreteras y playas de Dios pero últimamente y dada mi labor de constante ir y venir por las carreteras durante más de treinta años, he constatado un hecho peculiar y es el de la prepotencia y chulería de esta nue­va generación de guardias civiles que h asta ahora solo había detectado en los policías locales. Debe ser que estas nuevas generaciones de servidores del Estado no se han dado cuenta aún, posiblemente dada su juventud, que somos el pueblo soberano el que con nuestros impuestos, por cierto cada día más altos, pagamos sus sueldos. Y a qué viene todo esto, se preguntarán, será una pataleta por alguna multa o algo similar. Pues sí y no. Verán, tras muchos años ejerciendo una labor social como es la de enseñar a conducir al personal me jode que un joven de uniforme verde con botas lustrosas y el pelo cortito se baje de una BMW con las que, a pesar de darnos constantemente la tabarra con la velocidad, van a velocidades de vértigo (a ellos no los multan. obviamente) y no me deje ni darle una explicación. Estos motoristas de arma al cincho se creen cowboys modernos pero que en vez de ayudar y servir se dedican a multar y multar. Pero ojo, no me mal interpreten, la labor de la Benemérita es magnífica. Creo que a nivel de vigilancia, desarticulación de mafias, etc. está a igual o mejor nivel que cualquier otra europea pero…en la carretera la cosa varía mucho. No se puede tratar a un trabajador de autoescuela cuyo único delito ha sido el de olvidarse en un momento puntual de poner la «L» azul en su coche, con un conductor borracho. Hay delitos y delitos y en la mayoría de los casos con una simple advertencia, su misión como servidores del pueblo quedaría mejor reconocida y más agradecida. Pero hay que recaudar…que estamos en crisis.

Aún así y reconociendo mi despiste y haciéndome cargo de la multa correspondiente que pagaré religiosamente en la JPT, no hubo forma humana de que este «pequeño dictador» y tomen esta expresión como referencia a la película de Charlot y a nada más, me dejara explicarle que el cinturón de seguridad lo llevaba puesto, como lo hago en todas mis clases, y que me lo había quitado para apearme del coche. A pesar de que mi alumno me daba la razón, el agente, sin mediar palabra ni atenerse a razones, me multó también por ello. Pues sí que están mal las cosas por Tráfico.

En fin, solo espero tener la suerte de que me publiquen la presente y que este «servidor de la ley» recapacite y se dé cuenta que en y de la carretera vivimos mucha gente de bien que lo único que intentamos es ganarnos la vida y también, por qué no decirlo, salvársela a algún que otro conductor en apuros. No son sólo ellos la Benemérita somos todos o al menos la inmensa mayoría de los currantes de la carretera que siempre estamos dispuestos a parar y «echar un cable» a cualquiera que lo necesite, incluso si es policía de tráfico.

Miguel Barca Hernández. Director y profesor de autoescuela (Cádiz)

Carta abierta a D. Miguel Barca Hernández

Respetado señor:

El contenido de su «Carta abierta a un motorista» me obliga a escribir estas líneas para intentar hacerle comprender lo desafortunado de algunas de sus afirmaciones y rogarle que no generalice cuando juzgue a las personas, y menos cuando se refiera a los miembros de una Institución de la que dice ser «ferviente admirador». No dudo que el hecho de escribir, con publicidad, que ha detectado «prepotencia y chulería» en las policías locales y ahora en una nueva generación de guardias civiles, puede ser un mero ejercicio de su libertad de expresión, pera esa afirmación, como toda generalización, no es cierta, nos ofende injustamente a muchos y no dice nada en favor de quien la profiere.

Aunque dirige su desafortunada carta a «un motorista», no dirigiré esta réplica a un «profesor de autoescuela “pues no puedo juzgar a todos ellos por lo que usted ha escrito. Creo que tampoco su edad, que desconozco, o su pertenencia a una determinada generación serán relevantes, pero admito que al leer su carta no alcanzo a comprender si lo que a usted le molestó (usted escribe: «me jode») fue la juventud del guardia civil — esa juventud que puede resultar hasta insultante para quienes la perdimos hace tiempo–, o el hecho de que llevase las botas lustrosas y el pelo corto o que el Estado le hubiera dotado de una buena herramienta, su motocicleta, para realizar su trabajo, que en este caso consistió simplemente en denunciar (que no multar) las infracciones que observó y que usted reconoce, en parte, haber cometido. Como profesional de la enseñanza y de la conducción sabe usted que ni un infractor es un delincuente ni a usted se le trató como a tal; que se tiene derecho a formular alegaciones si no se está de acuerdo con la denuncia, pero también debe saber que se puede presentar una queja en cualquier unidad de la Guardia Civil por una actuación incorrecta de alguno de sus miembros, y que lo que usted califica como un «pequeño dictador» es simplemente un agente de la autoridad que cumple con su deber aún a sabiendas de que si hiciera dejación de sus funciones y se limitara a hacer «advertencias» cuando ha de enfrentarse a personas con actitudes como la suya viviría mucho más tranquilo. Pero no son esos comportamientos los que han fraguado el prestigio de esa Institución que usted llama Benemérita y a cuyos miembros se les exigen los mismos valores cuando se dedican a la vigilancia del tráfico que cuando actúan en la investigación del narcotráfico o rescatando accidentados en la montaña. Por otra parte, ha escogido usted mal el día para publicar su misiva pues justamente con la misma fecha los medios de comunicación se hacían eco de la muerte de un agente de la Guardia Civil de Tráfico de 43 años, y de las heridas graves de su compañero de 37, cuando cumplían con su deber de auxilio en un accidente de carretera, en el curso de un servicio en el que, con toda | probabilidad, también debieron formular algunas denuncias. Pero no se preocupe, llegado éste punto ya he olvidado su nombre y hasta sus afirmaciones y no dude que los guardias civiles, motoristas o no, y de cualquier edad también le ayudaremos cuando lo necesite.

Atentamente, Alfonso Escuer. Coronel de la Guardia Civil (Cádiz)


CARTA DE UN GUARDIA CIVIL.

Del correo electrónico:

Este correo en realidad va destinado para los/as gilipollas de la calle -periodistas, cuervos, politicos etc etc- que piensan que cuando te estan disparando tu estas pensando en que parte «no vital» del cuerpo vas a disparar para no hacer mucho daño…ya que eres un profesional como la copa de un pino y tienes tiroteos un dia si y otro tambien.

Muchos de estos o estas imbéciles siguen pensando que es como en las peliculas americanas… que antes del cafe de por la mañana ya has tenido un par de escaramuzas de estas…luego sigues currando tan tranquilo…te vas a la galeria de tiro y le pides a *Jesus* que te reponga la municion…que ya le haras luego la minuta de como la has gastado… porque como aun no has terminado el servicio puede que tengas un par de tiroteos mas a lo largo de la mañana.. lo mando porque aun me estoy acordando de la madre de una periodista que comentaba en television, que el último atracador que falleció delante de las camaras en el atraco del banco de Petrer practicamente fue asesinado por la policia ya que al ser profesionales tenian que haber disparado a partes no vitales

La historia fue la mas dura de nuestras vidas…la persona que tenia a mi lado ese día era mi compañero…mi buen amigo y compañero…ese día paso a ser mi hermano. Dicen que en la vida te ocurren cosas que te unen a las personas de una forma especial y para siempre….esta es una de esas cosas. Prestábamos servicio por la demarcación policial del Garraf en una noche de frio y tranquila, teníamos las dos opciones de esa época…noche tranquila (cosa rara) es igual: a romperse la nuca debajo de un chopo o la otra opción es buscar a los malos por tu zona de responsabilidad…pues bien, como nosotros éramos de esos Guardias Civiles locos, flipados y asesinos nos dedicamos a buscar a los malos (como siempre) y en una zona de urbanizaciones patrullando pudimos observar a dos vehículos de alta gama estacionados en una zona oscura y rodeados de varios individuos….esa zona a esas horas y vehículos de alta gama….blanco y en botella….nada bueno….

Nos dirigimos a dar la vuelta entrando por otra zona pues teníamos la seguridad de que estos tíos no se habían percatado de nuestra presencia, cogimos una de las calles que desembocaban en el lugar donde se encontraban los vehículos y dejamos caer nuestro coche patrulla en punto muerto y con el motor parado para no ser oídos por los malos.

Cuando aparecimos por la esquina de la calle nos vieron aparecer y se tiraron literalmente dentro de los dos vehículos (un BMW X5 y un Mercedes CLK) soltando una maleta al lado de la acera… en ese momento se inicio un espectacular persecución por la urbanización y nos incorporamos a una de las vías principales de la zona.

Como es normal yo empecé a cantar por la emisora la situación y la dirección que llevábamos por la vía….pero de repente todo dio un giro de 180 grados….nos entro un disparo por la luna delantera atravesando el retrovisor del interior pasando a unos pocos centímetros de nuestras cabezas.

Yo en ese momento recuerdo que solo pude gritar por la emisora ¡¡ Nos disparan!! ¡¡Necesitamos apoyo!! ¡¡Nos están disparando!!…………………….

El pulsador de la emisora lo tire para poder sacar mi arma y abrir fuego…….pero el pulsador se quedo pulsado….pulsado dentro del vehículo….todo la Comandancia….el COS…..las patrullas de la zona…..toda la demarcación policial pudo escuchar en directo nuestra situación y lo vivido…..

Mi compañero (y hermano) que conducía el vehículo y yo comenzamos a repeler la agresión disparando los primeros dos disparos atreves del cristal del vehículo policial….intentaba bajar la ventanilla pero no podía por los nervios y por la poca visibilidad del interior del coche patrulla todo quedo lleno de humo por los disparos…cuando conseguí bajar la ventanilla saque el arma y comencé a disparar al vehículo que nos atacaba (BMW X5)…el tiroteo fue tremendo….nos fuimos disparando durante una eternidad….o eso me pareció…..dispare toda la munición que tenia encima, me fundí todos los cargadores…cuando mi compañero vio que no tenia mas munición (el conducía el vehículo) me lanzo su arma y sus cargadores para poder continuar disparando a esos ******……………

Después perdimos al vehículo X5, dejaron de dispararnos al ser alcanzados y les perdimos por la potencia del vehículo que tenían.

Todo quedo grabado en el COS todos escucharon nuestros gritos…¡¡Mátalos kike!! ¡¡ Hijo de put!! ¡¡ cabr…!! Y otras muchas barbaridades……la situación de estrés fue indescriptible.

Después recuerdo que salimos del coche patrulla y nos comenzamos a mirar todo el cuerpo el uno al otro buscando sangre…..pensábamos que teníamos algún impacto en el cuerpo y que no lo notábamos por los nervios…..¡¡ Mírame tío!! ¡¡Tengo sangre!! ¡¡Mírame bien que al principio no se nota!!…ja,ja,ja,ja,ja,….ahora nos reímos recordándolo.

Cuando vimos que estábamos bien fuimos corriendo a intentar localizar la maleta que quedo tirada en la calle de la urbanización, nuestra sorpresa fue mayúscula cuando pudimos ver en su interior lo que resulto ser 28 kilos de droga.

No quiero dejar de recordar el apoyo y la rapidez con que se personaron «todas»….»todas» las patrullas de la demarcación policial, los camuflados, los compañeros de Vilafranca (otra demarcación policial), los Mossos de trafico….en definitiva «todos» los compañeros que estaban trabajando esa noche.

No me puedo olvidar de las lagrimas del Brigada del puesto…el hombre se emociono sobre manera….escucho todo el tiroteo y pensó que se encontraría a sus guardias muertos en una cuneta, tampoco olvidare la cara de nuestros verdaderos amigos ni sus palabras de apoyo y de respeto…..nunca olvidare la cara y el temblor de mi querido Castañeira. También fue espectacular la forma de actuar de los componentes del COS de esa noche…uno de ellos un gran amigo….se portaron como verdaderos profesionales y como grandes personas.

Juan esto va por ti…..hermano…te quiero neng!!


HOMBRES DE HARRELSON

Carta publicada por una madre preocupada por la seguridad:

Sr. Alcalde, no pretendo robarle demasiado tiempo pero me gustaría que me ayudara a reflexionar sobre una idea que tengo fijada desde el viernes día 29 de mayo de 2009.

¿“La policía municipal entre sus funciones tiene proteger a los ciudadanos, o son los ciudadanos quienes han de protegerse de la policía municipal”?.

Hechos:

El pasado día 29 alrededor de la una de la madrugada, se presentó la policía municipal en nuestras viviendas, en concreto en el garaje porque había saltado la alarma de una joyería que hay en la finca.

En el garaje estaba mi sobrino esperando a mi hijo que había subido a casa un momento. Sin preámbulos, llegó la policía municipal (3 agentes) y tras ponerlo boca abajo en el suelo, encañonarle con sus pistolas, y ponerle el pie en el cuello y manos, le preguntaron quien era, que hacía allí y si estaba robando en la joyería…

Éste al borde del infarto, aunque tiene 23 años también puede darle, les dijo que esperaba a su primo que había subido a casa y que su documentación estaba en el bolsillo trasero¿? En este momento aparece mi hijo (21 años) para recoger a su primo, subirse al coche e ir a buscar a otros amigos, por supuesto para tomarse unas copas y no para hacer un butrón en el garaje. La operación se volvió a repetir, mi hijo igual que su primo soportó las pistolas y que uno de los agentes le cogiese por el cuello para dirigirlo hacia el otro extremo.

Pasado el tiempo y una vez comprobado por la documentación que al menos uno vivía allí, que su coche estaba allí y que también, al menos en un apellido coincidía con el otro joven, lo agentes, se tranquilizaron no sin antes lanzarles la arenga siguiente: La policía municipal puede seguir por todo el territorio a alguien que roba y somos igual o mejores que la policía nacional y guardia civil ¿?… , llevamos pistolas porque somos policías, si fuésemos jardineros llevaríamos ramos…. Según mi criterio, la primera frase es pura y dura insatisfacción profesional. La segunda y es la que me preocupa como ciudadana es chulería.

Sr. Alcalde y si los chicos, que son muy buenos por cierto, en vez de tirarse al suelo se hubieran movido, se hubieran vuelto… quien sabe como vas a reaccionar en hechos como éstos, que hubiera pasado?, como hubiésemos después justificado la bala perdida? Y si alguno de ellos hubiera muerto? Es triste, hiela el alma.

Por supuesto los vecinos que entraron al garaje durante ese tiempo, solo les quedó la imagen de mi hijo y su primo en el suelo, posiblemente su idea habrá sido de “en que lío se habrá metido este chico” posiblemente no se les haya ocurrido pensar que la policía estaba cometiendo un abuso de autoridad. El robo finalmente, fué una falsa alarma.

Siguiendo un poco más allá en la reflexión: Que es más importante perseguir a los hipotéticos ladrones, aún a costa de amedrantar en este caso a dos jóvenes que salían de marcha, incluso provocar que pueda surgir algún incidente que ponga en peligro la vida de éstos o que el seguro de la joyería pague por los desperfectos del robo en el caso de que lo hubiera habido? Más parece más un capítulo de la serie ya antigua, de los “Hombres de Harrelson” que una intervención ciudadana rutinaria, que ante todo NUNCA SE HA DE COMPROMETER LA DIGNIDAD PERSONAL, NI HA DE PONERSE EN PELIGRO LA INTEGRIDAD DE NINGUN CIUDADANO.

No quiero pensar que es lo que habría ocurrido si las sospechas que la Policía Municipal tenía se hubiesen cumplido. Me gustaría seguir creyendo en las Instituciones pero es que a veces resulta muy difícil.

Le agradecería que se interesara por casos como éstos, en este felizmente solo nos queda el regusto amargo y la desconfianza, pero Sr. Alcalde seguro que otros no se resuelven así.

Contestación al artículo “Los hombres de Harrelson” publicado en el Boletín Tricantino nº175, julio-agosto 2009

Como concejal de Policía me gustaría realizar algunas puntualizaciones sobre las informaciones aparecidas en su revista el pasado mes de julio. En concreto me refiero al artículo “Los hombres de Harrelson”, en el que aparecen quejas sobre la labor policial, por un presunto “exceso de celo” profesional. Para entender esta actuación policial, hay que tener en la mano más datos de los que propiamente aparecen en el artículo mencionado y escuchar todas las versiones, antes de publicar una versión contra un servicio público que está al servicios de todos. Por eso debo aclarar los siguientes extremos:

1-Apunta la autora del artículo en uno de sus párrafos que “el robo finalmente, fue una falsa alarma”, nada más lejos de la realidad, ya que el intento de robo fue real. El cierre de la verja metálica que protegía la puerta de entrada de la joyería había sido forzado, el bombín de la cerradura lo habían roto, y por tanto la alarma se activó cuando el cierre fue levantado. Es decir, alguien intentó robar en la joyería, que por cierto, ya ha sufrido otros robos reales. Posiblemente la rápida intervención policial o la aproximación de algún vecino, hizo desistir al autor/autores de continuar forzando la puerta de entrada de la joyería.

2-La persona que se encontraba más próxima al escenario del intento de robo, sopesando espacio y tiempo era un joven “que es muy bueno, por cierto” (cito textualmente) y que resulta que presenta ocho antecedentes policiales-penales, entre ellos, varios por robos y hurtos, además de otro por atentado a Agentes de la Autoridad. Los Atentados a los Agentes de la Autoridad se dan con más frecuencia de la deseada, por eso la Policía no lleva ramos de flores entre sus medios para realizar su trabajo, porque es el grupo social que se encarga del uso legítimo de la fuerza, delegado por la sociedad para que cada vecino no tenga que ejecutarla individualmente o sencillamente quedarse indefenso y “que paguen los seguros”. Si todo se solucionara pagando las aseguradoras ¿para qué tener policía, para qué tener juzgados, para qué cárceles? En todo caso delictivo existe una responsabilidad penal y una responsabilidad civil. Es cierto que ésta última, está cubierta por los seguros, pero la penal hay que perseguirla pese a quien pese. La Policía tiene la obligación de perseguir los delitos y a los delincuentes, aunque los seguros paguen las responsabilidades civiles. Por otro lado, sino hubiera nadie para perseguir esa responsabilidad penal, ninguna aseguradora cubriría los riesgos de robos y todos estaríamos más desprotegidos.

Antonio Gallardo

Concejal de Policía Ayto Tres Cantos (Madrid)


LA SOTA DE BASTOS

Tenía un caminar enérgico y seguro. Se dirigía con decisión hacia la estación del ferrocarril.  Debía tener como sesenta y cinco o setenta años, y puede que algunos mas.  Pelo cano y bien cortado, bigote poco poblado, barba rala.  Vestía traje oscuro, no excesivamente elegante, pero bien cuidado.

Se lo encontraron de espaldas.  Seguían el mismo camino. El por la acera de la izquierda. Al principio no pudieron distinguir qué era el bulto que hacía descansar en su hombro derecho y que aferraba por su extremo mas estrecho, parecía un instrumento de cuerda, tal vez un laúd.  El conductor redujo la velocidad para observarle con mayor detenimiento.  Durante unos metros le siguieron a su misma velocidad.  El hombre ni tan siquiera osó dirigir la mirada hacia el patrullero.  Continuó caminando con la misma celeridad y presteza sin prestarles la más mínima atención…….

El conductor del patrullero, un agente curtido en mil batallas, giró el volante hacia la izquierda hasta quedar a su altura, junto al bordillo.  El caimán le miró fijamente, mientras que el anciano ni tan siquiera se inmutó.

– ¡Oiga!

– ¿Es a mi?, contestó el señor mientras giraba la cabeza hacía la voz que le reclamaba.  En su cara apareció un atisbo de sorpresa.

– Sí,  usted.  Acérquese.

– Dígame, agente.

El caimán abrió la puerta del patrullero y lentamente se apeó.  En su trayectoria fue componiendo el uniforme, un poco desmadejado por efecto del tiempo que llevaba sentado en su puesto de conducción.  Empuñó la defensa en la mano derecha y cuando se encontró frente a frente al anciano la enfundó.

– ¿Que llevas ahí?

– Pues un jamón, ya ve señor agente.

El repentino tuteo alertó al otro componente de la patrulla, quien decidió salir del vehículo para dar cobertura a su compañero y para estar al quite si fuera necesario.

– Eso ya lo veo, ¿de dónde lo has sacado?

– Pues me ha tocado en un sorteo.

– ¿Te ha tocado en un sorteo?, ¿dónde sortean jamones?

– Pues mire usted, estaba con unos amigos en un bar en el que sorteaban el jamón.  Jugamos y yo fui el ganador.

– Déjate de monsergas, ¿de dónde lo has robado?

– Oiga agente, ¿que está usted diciendo?, ya le he dicho que me ha tocado en un sorteo.

El caimán fue poco a poco invadiendo el terreno del anciano, quien reculaba a cada paso del veterano agente. Cada pregunta la emitía en un tono de voz más elevado y enérgico que la anterior. Continuó inquiriéndole durante varios segundos más para que le dijera de dónde había sacado la pieza que llevaba apoyada en el hombro.  Por su parte el policía novato observaba la escena con una mezcla de asombro y temor.  No conseguía comprender por qué su compañero se comportaba de aquella manera con aquel señor.  Nada hacía sospechar que lo que decía no fuera cierto.  Los segundos se le hacían minutos y en un par de ocasiones estuvo a punto de tomar del brazo a su compañero para alejarlo del lugar y del anciano, que por momentos se mostraba mas nervioso y mas asustado, pero no se atrevió.  Permaneció en silencio observando las reacciones mutuas de ambos y, de vez en cuando, miraba a su alrededor para comprobar si había alguien más curioseando y observando la escena.

– No te lo vuelvo a repetir, ¿de dónde has sacado el jamón?

El viejo optó por no contestar ninguna pregunta más.  Su turbación e indignación se había expandido por el aire en cada resoplido que daba y había alcanzado de lleno al novato.

De repente la paciencia del caimán se agotó.  Le arrebató el jamón, lo colocó cuidadosamente sobre el capó, y empujó contra la pared al viejo al tiempo que le pedía que abriera las piernas.  Le palpó detenidamente y al llegar a los bolsillos del pantalón notó algo duro y pudo oír un tintineo metálico.

– Saca lo que llevas en los bolsillos.

El viejo resignado sacó un par de bolsas de plástico repletas de monedas.

– Y este dinero, ¿También te ha tocado en un sorteo?

– Si señor, me ha tocado el premio en una tragaperras.

– Joder, que suerte has tenido hoy, ¿no?.  Bueno, pues déjate ya de pamplinas.  Se acabó lo que se daba.  Enséñame tu carnet de identidad y sube al patrullero.

– Pero,…. oiga,  ¿me va a detener?

– Si señor, ya estás detenido.  Sube al patrullero y, por tu bien, quédate calladito.

Después de acomodarlo en el asiento trasero, le informó sin orden de sus derechos y, a continuación, le indicó a su joven compañero que subiera al patrullero.

Realizó un cambio de sentido y se dirigió hacia la zona de la que procedía el anciano.  Circuló lentamente mirando con atención las fachadas de los distintos establecimientos hosteleros existentes en el lugar.

– ¿Que coño estás haciendo, tio?

– Calla y mira atentamente los accesos a los bares.  En uno de ellos ha tenido que entrar a robar.

– Joder, pero no ves que es un viejo.  ¿Por qué crees que no dice la verdad?

– Calla, leche y haz lo que te digo.

Tras varias rondas observaron que sobre la acera, junto al ventanal de uno de los restaurantes mas conocidos de la ciudad, había restos de cristales que brillaban fugazmente al darles la luz del patrullero.

– Ese es, ahí ha tenido que ser.

Pararon y armados con linternas se dirigieron a los ventanales y cierres del establecimiento.  Efectivamente, una ventana había sido fracturada.  Alumbraron hacia el interior del local y y observaron que todo parecía revuelto.  Una máquina tragaperras destrozada descansaba sobre el suelo.  Sobre el mostrador colgaba una fila de jamones, todos de la misma marca que el que guardaban en el maletero.

El novato miró con asombro a su compañero.  «Joder con el caimán», pensó. Miró con tristeza hacia el patrullero: el viejo bajó la cabeza, se sabía atrapado.

–  ¡Me cago en la sota de bastos!, valiente destrozo ha causado el puñetero.